A 40 millas náuticas de la costa almeriense se encuentra la desconocida isla de Alborán. Mide menos de un kilómetro de largo con una orografía plana y barrida casi continuamente por vientos de poniente o levante. En su superficie se encuentran algunas joyas botánicas y la rara gaviota de Audouín, y sus fondos reflejan una riqueza animal y vegetal de alto valor ecológico, con la presencia de numerosas especies endémicas de procedencia atlántica y mediterránea, algunas amenazadas o en peligro de extinción.
Se encuentra en un enclave privilegiado, ya que es el centro de la frontera entre dos mares (Mediterráneo y Atlántico) que constituyen sendas cuencas oceanográficas totalmente diferentes, que generan un sistema de corrientes superpuestas y de sentido contrario, que dan al lugar una dinámica oceanográfica singular y mayor que en el resto del Mediterráneo, lo que provoca unos procesos biológicos y meteorológicos únicos. La protección es imprescindible porque esta zona soporta, desde hace mucho tiempo, numerosas actividades humanas, pesca indiscriminada y tráfico de buques, que generan desequilibrios de sus recursos naturales.
El Paraje Natural de Alborán está incluido como Zona Especial de Protección para las Aves (ZEPA), así como la Isla de Alborán y sus fondos marinos están declarados Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM) y está propuesta para su inclusión en la Red Natura 2000 como Lugar de Interés Comunitario (LIC)