La playa del Faro es salvaje y turbulenta. Son aguas peligrosas de fuertes corrientes y de potente oleaje, con lo que se aconseja máxima precaución.
Es una de las playas menos concurridas de Los Caños, careciendo de cualquier tipo de servicio, no hay socorristas, duchas o papeleras. Se trata de una playa de 900 metros de longitud, catalogada como playa natural con protección especial, ya que forma parte del Monumento Natural Tómbolo de Trafalgar.
Para acceder a ella hay que dejar el coche en la carretera del faro y andar por una extensa explanada de arena. Desde ella se puede subir al promontorio donde se sitúa el faro desde el que hay una bonita vista de la zona.
En invierno se forman en la zona del faro varias lagunas de agua de lluvia y salobre que albergan una curiosa variedad de anfibios, reptiles y peces que desaparecen durante el periodo seco del año pero que resurgen con fuerza cuando llega el invierno y la primavera. En estos pequeños lagos es fácil ver además diversas especies de aves costeras, muy abundantes en todo el litoral de Los Caños.
El cabo de trafalgar y sus bajíos y arrecifes provocan remolinos y turbulencias que pueden ser fatales para cualquier persona que se adentre excesivamente en el mar. En la zona conocida como la aceitera , situada a unos 700 metros de la orilla , los submarinistas tendrán que extremar su precaución, también es un lugar a evitar por las embarcaciones por su escasa profundidad , pero muy codiciada por pescadores y submarinistas por la riqueza faunística e incluso arqueológica que esconde.